Científicamente podemos definir al abogado, como perito en derecho positivo, encargado de defender por escrito o mediante palabra los intereses de su cliente y de absolver consultar.

De Yunior Javier Castillo S.

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“Por culpa de los malos abogados que han sido y siguen siendo por desgracia, ya que la abogacía carga sobre sus espaldas una historia multisecular de burla y desprestigio sancionada no sólo por el alma popular sino por muchos espíritus selectos que no han dudado en lanzar contra ella sus denuestos.

Nos guste o no nos guste, es cierto que durante siglos una literatura mediocre y también una literatura de más alto nivel han formado del abogado una imagen pública como la de un ser codicioso vendedor de palabras o descarado prestidigitador de la verdad y de la justicia.

Cuál sería la imagen de la abogacía en el siglo XVI que las autoridades españolas en América por mucho que su acto sea discutible se vieron en la penosa necesidad de prohibir su ejercicio en los territorios recién conquistados. Los que del viejo mundo traían también acerca del abogado un pensamiento que se expresa en estas palabras cabales dichas lo mismo por el cabildo de la ciudad de México que por el de la ciudad de Buenos Aires «vengan clérigos pero no abogados», ésta posición quiere decir simplemente que, así como el clérigo predica la paz y enseña la fraternidad entre los hombres, el abogado hace lo contrario: un enredador y picapleitos que los concita que perturba sus pasiones inferiores: que los enfrenta para salir con el pez en su anzuelo que inventa los problemas donde no los hay y con su arte y maña pone en juego, sale a flote con lo suyo aunque se hundan los demás. En fin, no como un colaborador, sino como un grave perturbador de la paz social.

Sin embargo, aun suponiendo que el juicio negativo esté justificado, vale únicamente de los malos abogados por numerosos que estos sean pero no de la abogacía como profesión, pues ésta se define y encuentra su razón de existir en su fin principal y último la justicia”.

La existencia de  la abogacía es importante por tres razones fundamentales:
El abogado es la persona llamada a defender los intereses individuales de las personas
El abogado es el que está llamado a defender las garantías constitucionales que tenemos todos los individuos.
El abogado es la persona que lucha contra los abusos del poder público.

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